jueves, 30 de diciembre de 2010

Diario de una puta - Capítulo 2

27 de septiembre, 2009

-Vale, a las once en punto estoy allí.

Colgué el teléfono y  fui casi corriendo a mi habitación. Abrí el armario y me quedé durante unos segundos pensando en qué podría ponerme, y enseguida lo tuve claro. Cogí una falda bastante corta, las botas y una camiseta que dejaba al descubierto uno de mis hombros. Cuando me terminé de vestir, me fui al baño a maquillarme, aunque la verdad, no me hacía demasiada falta. Me miré al espejo, y aunque quizás no soy la más adecuada para decirlo, he de admitir que no estaba nada mal. Pelo largo, ojos grandes, sonrisa bonita, y el cuerpo no se quedaba nada atrás.

Salí sonriente del baño, y cogí el pequeño bolso negro con las llaves, el móvil, dinero y alguna cosa más que pudiera necesitar, y me fui cerrando la puerta con llave.

Cuando llegué al portal, eran las once menos diez, llegaba casi con el tiempo justo. Me subí al coche, y conduje hasta la discoteca donde había quedado con mis amigas.

Cuando llegué allí, ellas ya estaban esperándome. Beatriz, rubia, ojos marrones, alta y bastante guapa, aunque un poco... ¿promiscua? Luego estaba Lola, quizás menos agraciada físicamente, pelo negro, ojos verdes y un poco más bajita, pero con un encanto natural que cautivaba a cualquiera que se le acercaba.

Me acerqué a ellas y las saludé dando dos besos.

-Hola chicas.

-¡Hola!

-¿Habéis visto la cola que ahí?-dije mirando hacia el final de la hilera de gente-.

-Sí, pero nosotras hoy somos vips-dijo Bea con una sonrisa de suficiencia-.

Sacó su DNI y un papel que llevaba en el bolso, y se lo enseñó al portero de la discoteca. El tipo asintió levemente y nos dejó pasar, Lola y yo sorprendidas por esto.

Cuando estuvimos dentro, me acerqué a Bea.

-¿Cómo has hecho eso?

-Bueno, digamos que una tiene contactos-dijo mientras buscaba a alguien con la mirada-.

-¿Otra vez?

-No tía, esta vez sé que es el bueno. Es que es él, lo presiento.

-Eso dijiste de los últimos... ¿veinte o treinta?

-Lo sé, pero esta vez es diferente-y después de decir eso se le iluminó la cara con una de sus sonrisas espectacularmente bonitas, y espectacularmente falsas-. ¡Ahí está, Miriam, Lola, mirad! Es ése.

Lola y yo miramos en la dirección que nos indicó Bea, y vimos a un hombre considerablemente mayor que ella, pelo moreno y corto, ojos verdes, y unos 35 quizá 40 años. Y posiblemente lo más importante para Bea, famoso y rico.

Se acercó a Bea y la besó levemente, después nos miró a nosotras.

-Bueno, os presento a Héctor. Es un empresario.

-Hola, encantado-y nos dio dos besos.

-Bueno Bea... nosotras nos vamos a pedir algo, ¿queréis alguna cosa?

-Sí, a mi me traes un Martini por favor-dijo Bea.

-Yo lo mismo-dijo Héctor.

-De acuerdo-y nos fuimos a por la bebidas-. ¿Qué opinas de esto, Lola?-le pregunté cuando estábamos solas.

-No sé, es lo de siempre-dijo ella quitándole importancia-. Cuando se canse de él y le haya quitado algo de su dinero, le dejará. Creo que le durará una, quizá dos semanas.

-Mucho me parece...

Nos empezamos a reír y volvimos con tres martinis y una coca cola para Lola. Cuando dejamos las cosas en la mesa, Bea y Héctor estaban besándose de forma tan apasionada que no se sabía dónde empezaba uno y donde el otro. Lola carraspeó y ellos se separaron con cara de excitación. Demasiada excitación, pensé yo, y por la cara de Lola, ella también.

-Vaya, gracias chicas, qué rápidas-y se bebió medio martini de un trago-. ¿Vamos a bailar o qué?

-Venga vamos, cariño.

-¿Venís?

-Yo voy-dijo Lola, y Bea le guiñó el ojo-. ¿Miriam?

-Yo voy después, ahora no me apetece.

-Vamos, no seas sosa. Estamos en una discoteca, tienes que bailar-dijo Bea-.

-Que no, de verdad, luego voy.

-No seas tonta, toma, verás cómo te entran ganas-y Bea fue hacia su bolso y sacó una bolsita de plástico con 5 pastillas-.

-¿Bea? ¿Tienes drogas ahí?

-No son drogas, son estimulantes, para pasármelo mejor. Lola las toma.

-¿Eso es verdad?-dije mirando a Lola. No me podía creer que lo dijeran tan tranquilas.

-Claro, por cierto, dame una-y Bea le pasó la pastilla y ésta se la tomó como si nada.

-¡¿Pero qué hacéis?!

-Anda, anda, deja de gritar como una loca, y tómate una. Por una no pasa nada, solo para probarlas. Verás cómo no te arrepientes.

-No pienso tomar eso.

-Que sí, solo una, de verdad, si nunca más quieres volver a tomártelas, no lo hagas. Pero al menos pruébalas. No te pasará nada, confía en mí.

-¿Cómo voy a confiar en ti? Estás drogada.

-Que no, ¿tú me lo notas? Por una pequeña dosis no pasa nada. Mira, tómate esto, solo la mitad. - me dijo bea estirando la mano en la que tenia la mitad de la pastilla.

Yo accedí a cogerla, me la metí en la boca aún dudando por lo que me podía pasar y me la tomé con un abundante trago de Martini. A los escasos minutos me sentía mareada y muy efusiva, empecé a bailar como una loca, y a beber de todo tipo de alcohol que se encontraba en la discoteca. Derrepente, se me nubló la vista y me desperté en una habitación, lo peor de todo es que no la reconocía...

5 comentarios:

  1. uuuuaaauuuu me encanta!!!!
    esta muy bien el capitulo xicas lo aceis muy bien :) no se nota cuando escribe una ni cuando escribe la otra jejejej
    esta perfecto os kiero xicas :)

    ResponderEliminar
  2. jajaja nos alegra que te guste!!:)
    el otro estará prontito!!^^
    y eso intentamos que no se note quien escribe jijijiji
    un besito!!^^

    ResponderEliminar
  3. Me encantaaaa!!! qquiero ler el siguiente!!!!! está super entretenido!!!!!! Soy yo miriam y no m tomo la pastilla ni arta vino, jajajajaja!!!! en fin!!! espero el siguiente pronto!!! y tb estoy aki tal y como prometí!!!!! Un besote wapas!!!!

    ResponderEliminar
  4. jajaja También hay que decir que bea la obligo un poco eh!! pero bueno no tenia que haberlo hecho jajaja
    Nos alegra que te guste!Un besazo!^^

    ResponderEliminar
  5. No pensaba leer el segundo ahora, pero he caído enla tentación. La forma de narrar me gusta, porque marca la forma de ser de la protagonista, pero echo en falta algo de más de realismo en los diálogos, como gestos o muecas cuando hablan. Eso ayuda al lector a imaginarse más al personaje en su conjunto.

    Me gusta, felicidades!

    ResponderEliminar